Su valor nutricional es prácticamente cero, pero más allá de ello, su consumo en grandes cantidades es perjudicial para la salud.
El hígado es el principal encargado de metabolizar la fructosa, por lo que un exceso de esta, que complique la función hepática, generará la resistencia del organismo a la insulina, elevará los niveles de triglicéridos, colesterol y el riesgo de desarrollar obesidad. La sustancia oculta que ponen en los alimentos para que comas más, la fructosa es adictiva porque provoca la liberación de encefalina, una sustancia química natural que genera en el cerebro una sensación de placer similar a la de algunas sustancias estupefacientes.
El azúcar añadida es aquella que se le añade a los alimentos y bebidas procesados mientras se están fabricando, al igual que el azúcar que se añade en casa. Los fabricantes de productos alimenticios pueden añadir tanto azúcares naturales (como fructosa) como azúcares procesadas (como miel de maíz rica en fructosa) a los alimentos y bebidas procesados.