Su valor nutricional es prácticamente cero, pero más allá de ello, su consumo en grandes cantidades es perjudicial para la salud.
El hígado es el principal encargado de metabolizar la fructosa, por lo que un exceso de esta, que complique la función hepática, generará la resistencia del organismo a la insulina, elevará los niveles de triglicéridos, colesterol y el riesgo de desarrollar obesidad. La sustancia oculta que ponen en los alimentos para que comas más, la fructosa es adictiva porque provoca la liberación de encefalina, una sustancia química natural que genera en el cerebro una sensación de placer similar a la de algunas sustancias estupefacientes.
El azúcar añadida es aquella que se le añade a los alimentos y bebidas procesados mientras se están fabricando, al igual que el azúcar que se añade en casa. Los fabricantes de productos alimenticios pueden añadir tanto azúcares naturales (como fructosa) como azúcares procesadas (como miel de maíz rica en fructosa) a los alimentos y bebidas procesados.
Demasiada azúcar en su dieta puede contribuir a la formación de caries, obesidad, dificultad para controlar la diabetes tipo 2, niveles más altos de triglicéridos, niveles más bajos de lipoproteína de alta densidad (HDL o "buen colesterol") y al desarrollo de la enfermedad del corazón.
Algunos nombres que recibe los azúcares añadidos en la lista de ingredientes:
Azúcar morena
Jugo de caña y miel de caña
Azúcar de repostería
Edulcorante de maíz y miel de maíz
Dextrosa
Fructosa
Concentrados de jugo de frutas
Glucosa
Azúcar blanca granulada
Miel de maíz rica en fructosa
Miel
Azúcar invertida
Lactosa
Maltosa
Miel de malta
Melaza
Azúcar en bruto
Sucrosa
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